Y, a todo esto, ¿qué cojones es eso de Hemlock Juice?
Hemlock Juice fue un sueño, un proyecto. Surge en verano de 2009, durante un cursillo prepartorio de Física en el Colegio Los Sauces. Allí, el "heavy" oficial, Pablo Pereira, osease, yo, conocía a Adrián Buitrago, bajista. En sus cabezas surge la idea de montar un grupo, y la idea queda en suspenso. Choca, no obstante, con mi intención de dedicarme al bajo, por lo que hago un último intento con la guitarra. Sólo el hecho de estar tocando la Framus de mi padre, de cuando él tenía mi edad, salvó al pobre instrumento infernal de convertirse en astillas. Comienza entonces un vaivén de ideas, entre las que se incluye que yo sea cantante, en registros graves y desgarrados, para evitar mis desafines más bien frecuentes, tocar con dos bajos, fichar a Jesús Sánchez como batería y muchas otras cosas. En estos tiempos, Adrián comenzó a tocar con un grupo que hoy tiene cierto tirón, Monquimod.
Sin embargo, la estética pop del grupo le quemaba, y comenzó a valorar seriamente la posibilidad de mantener Monquimod como un grupo "profesional", pero estar al tiempo en un grupo de rock, de su estilo, para divertirse y tocar lo que le gustaba, a la guitarra eléctrica.
Durante el otoño de 2010, yo estuve un tiempo tocando con el grupo de unos amigos, que se habían quedado sin bajista a un mes de un concierto. El nombre, Guitar Overdose, era muy apropiado, pues contaban con tres guitarras (y en su momento, fueron cuatro): Javi Pomeda, Jorge Cebrían y Jesús Casas. Completábamos el grupo Pablo Rubio, gran batería, trágicamente fallecido, y yo. Durante el mes escaso que toqué con ellos aprendí bastantes cosas y me reí de más. De Jesús, el "Maestro Casas", aprendí la Teoría de la Escoba (es preferible alguien que sepa moverse tocando una escoba que el mejor músico que no sepa moverse), fundamental en mi desarrollo futuro.
¿Y pa' que hablo de Guitar Overdose, si esto es sobre Hemlock Juice? La relación viene del concierto por el que entré en Guitar Overdose, en la Escuela de Teleco de la Complutense. En aquel concierto, éxito de crítica, pero no de público, me fallaron todos menos dos amigos: Andrea, mi "chica record", y Haidar Sellami, su novio. Porque de ahí salió una intención, unas ganas: Hemlock Juice había encontrado en Haidar a su batería.
Poco después, encontré a Marta. No era nuestro estilo del todo, pero se dejó engañar, y así estuvimos completos. Yo, mientras, seguía escribiendo canciones, con la esperanza de llegar a hacer algo. Pero fue que no.
Seis meses de perseguir al resto de integrantes se saldaron con un único ensayo, al que sólo fuimos Adrián y yo (el famoso medio enayo), que me costó 40 euros, porque se me rompió una cuerda del bajo. Y, bueno, morimos. Al venirme a vivir a Vigo, Hemlock Juice murió, aunque siga firmando las canciones con ese nombre.
Aquí queda la historia de un grupo que no fue tal, pero en el que deposité durante casi dos años mis esperanzas musicales, para demostrar que los sueños no suelen hacerse realidad.
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