there is a building, appearing through the shades,
not so old, but none can say it is young,
sinister statue, this cold night, it seems so doomed.
Raindrops are crashing now beneath that empty roof,
birds nests are drowning, tonight, the rain’s so cruel,
it even force the pale lady to escape,
now, it’s so lonely, just one more, among the crowd.
Saint Irene,
raindrops fall, they’re just reminding
that it’s gone,
sun eloped, the light forgot you.
Over the tower, even over the top clocks,
over the strange time, passing through your walls, so fast,
can you see all this jealousy in vain,
lay unforgiven, unforgotten, in the end.
Saint Irene,
raindrops fall, they’re just reminding
that it’s gone,
sun eloped, the light forgot you.
In the beginning, there was just cold rain,
fading upon Saint Irene.
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La historia de esta canción es, cuanto menos curiosa. A pesar de su nombre, no tiene absolutamente nada que ver con Irene. No, esta canción es una oda, mi oda al edificio que más me ha marcado desde que estoy en Vigo.
No es antiguo, aunque tampoco se le puede calificar de moderno. La historia del Instituto Santa Irene es bonita, pero entonces no la conocía. Me daba igual, me parecía un edificio precioso. Esta canción se fragua una noche, recién llegado de Madrid, en la que llovía. Las gotas de agua se asemejaban a peonzas sobre el pavimento, y el edificio estaba muy pobremente iluminado. En ese momento, sentí ese tirón que me lleva a escribir, y saqué la libreta, mientras esperaba al autobús. No es mucho, pero es lo que sentía por un edificio que, para mí, ha sido siempre especial.
La canción que utilicé como base es "Roulette", de System of a Down. Y, como nota final, para leerlo correctamente, Irene se pronuncia Airin en inglés, aunque se mantenga la grafía.
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